El cerebro libre (I)













El aumento de la investigación sobre la meditación que está teniendo lugar en las últimas décadas (en 2010 se duplicó el número de artículos científicos sobre meditación con respecto al 2005. ["El Poder Curativo de la meditación". Kairós, 2013]) es señal de un interés en profundizar sobre la naturaleza de nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro cerebro y el modo en que su interrelación afecta a la salud y la enfermedad, al bienestar y al sufrimiento, a la felicidad y la depresión. En resumen, a nuestra humanidad básica. Nos estamos empezando a tomar en serio, como individuos y como sociedad.
De una ciencia harto positivista y, en apariencia, carente de alma, hemos pasado a una ciencia con corazón: el Cosmos ya no es considerado algo inteligente, frío y con unas leyes materiales estáticas sino como pulsión de vida, como Conciencia que evoluciona hacia comprenderse a sí misma. La conciencia es inmaterial pero también material. Como está demostrando la física cuántica, cada una de nuestras células son consciencia, cada uno de los átomos son consciencia. Como tal, ésta se rige por las mismas leyes naturales que la materia, así como la materia forma parte y danza en las leyes invisibles de lo inmaterial.
Hoy, las investigaciones del cerebro comienzan a hablarnos muy profundo. Al fin la integración e interacción entre Oriente y Occidente da paso a una rica comprensión de lo que sucede en nuestra mente durante la meditación y las experiencias cumbre.
Las grandes líneas de sabiduría milenaria son ahora objeto de investigación neurocientífica: la ilusión del yo, la Comprensión transpersonal, el satori, éxtasis y arrobamiento, la no-dualidad,…
Un claro signo que nos señala el camino emergente de la desmitificación de este clásico conflicto entre ciencia y espiritualidad.
Gracias a este interés creciente en la meditación desde la investigación científica podemos aprehender y completar la comprensión total de estos caminos de sabiduría.
Después de explorar los terrenos de las tradiciones espirituales y de la neurociencia, comprendiendo y aprehendiendo el sentido de la práctica de la meditación en nuestras vidas y culturas, ya estamos empezando a entender la serie de beneficios y efectos sobre cuestiones muy prácticas. Se nos brinda la posibilidad de convertir esas comprensiones en acciones, intervenciones y herramientas que aportan consciencia y salud a la vida del ser humano: ¿cómo podemos alentar y mantener una mente sana?, ¿Cómo podemos cultivar un mayor equilibrio emocional en nuestra vida y en nuestra sociedad?
Según la regla de Hebb, “las células nerviosas que se activan juntas se conectan juntas” y lo contrario, “las células nerviosas que ya no se activan juntas dejan de estar conectadas”. Las propiedades de la neuroplasticidad son tan grandes que nos permiten crear un nuevo nivel de la mente. Un proceso biológico que los neurocientíficos denominan poda y generación. Esto es, ir más allá de nuestros condicionamientos y automatismos. El momento crucial de la meditación, es cuando pasamos de ser algo a observar ese algo.
Al conocer más allá de los programas inconscientes con los que nos hemos estado identificando, se empieza a cerrar la separación entre quien aparentamos ser y entre quien realmente somos.
Cuando practicamos la meditación, cuando nos volvemos conscientes y atentos, nos Conocemos, conocemos el funcionamiento de nuestra mente y de la Mente del Universo; estamos haciendo lo que los místicos han hecho durante siglos.
Una frase sobre Buda caracteriza el punto de vista del neurobiólogo James Austin: “…hace mucho tiempo, en una tierra lejana, el cerebro de un hombre cambió bruscamente.” Desde el punto de vista de Austin, el “despierto” es alguien cuyo cerebro se ha reestructurado de manera fundamental.
La teoría básica de Austin es que los momentos pasajeros de visión interior, conocidos en el zen como kensho o satori, básicamente "reformatean" el cerebro, permitiendo que antiguas y habituales estructuras de la mente (básicamente aquellas centradas en el "yo, mi, mío") se disuelvan y reformen en líneas más flexibles, sensibles y compasivas.

La meditación es un paso necesario en el caminar espiritual hacia el desarrollo de las dimensiones física, psicológica y social del hombre. Le ayuda a “despertarse”, a escucharse atentamente, a descubrirse y aceptarse: en definitiva, a ser más plenamente humano. Propicia el cultivo de cualidades en uno mismo y hacia todo lo manifestado, tales como la empatía, el amor, la unión e interconexión, la compasión, la benevolencia, la serenidad, la felicidad y la ecuanimidad.
"¿Puedes aceptar la idea de que en cuanto cambias tu estado interior no necesitas que el mundo exterior te dé una razón para sentir alegría, gratitud, aprecio o cualquier otra emoción elevada?
Joe Dispenza"